viernes, 14 de agosto de 2009

Especies candidatas a responder el misterio del Kraken parte VI

Existen indicios de que pueden existir calamares mucho mayores que las especies conocidas de Architeuthis (calamar gigante) y Mesonychoteuthis (calamar colosal).

Como siempre cuando se habla de misterios, las creencias vienen en primer lugar por testimonios de marinos que dicen haberlos visto, testimonios que, por supuesto, no son valederos para los científicos. En 1903 se observó un calamar de cincuenta metros en Noruega, y en 1933 uno de veintidós en aguas de Terranova.
Ilustración de un calamar colosal siendo fotografiado desde un sumergible (Aún no ocurre)

En ocasiones los cachalotes moribundos vomitan el contenido de su estómago. Algunos balleneros han observado en esos casos fragmentos desmesurados de brazos de calamar.

Además de todo esto, en la piel de algunos cachalotes se han constatado enormes cicatrices de ventosas. De su diámetro, que llega a alcanzar hasta cuarenta centímetros, se puede calcular que fueron infligidas por calamares que, si pertenecen al género Architeuthis, deben tener hasta un centenar de metros de longitud. Si correspondieran a especies que poseen otras proporciones corporales sus dimensiones podrían ser menores, pero también mayores. El único detalle es que no se conoce ninguna especie de calamar que posea ventosas tan grandes como las que pueden haber dejado esas marcas. Sin embargo éste no es indicio suficiente para especular si un calamar aún más grande que el calamar colosal provocó tales cicatrices, ya que una cicatriz puede aumentar de tamaño conforme el cachalote vaya creciendo. A menos que se sepa que tales cicatrices son recientes, no sería una prueba concluyente.

Especies candidatas a responder el misterio del Kraken parte V

*El calamar colosal (Mesonychoteuthis hamiltoni):
El calamar colosal (Mesonychoteuthis hamiltoni), también llamado cranquiluria antártica, es una especie de calamar descubierta más recientemente y que supera en peso y tamaño al Architeuthis o calamar gigante, aunque este último presenta tentáculos más largos en la mayoría de casos. Es considerado la especie de calamar más grande, y el único miembro del género Mesonychoteuthis. Según los cálculos actuales, se estima que podría alcanzar un tamaño máximo de entre 16 y 20 m, basándose en el análisis de especímenes pequeños y sin desarrollo completo.

El peso máximo ronda los 500 kg, basándose en unos restos parciales que se encontraron en 1925 en el estómago de un cachalote, se especula que podría ser aún mayor, con 28 y aún más metros de punta a punta.

Hay que tener en cuenta que muchos de estos metros están compuestos por sus dos largos tentáculos prensiles (sus ocho brazos restantes son más cortos).

Esto lo transformaría en el invertebrado más grande conocido. Hasta el momento, sólo se han descubierto 6 ejemplares de la especie. El calamar colosal tiene formas y características diferentes de las del Architeuthis dux (conocido como "Calamar gigante") y podría llegar a tamaños aún mayores que el que alcanza éste.

La especie fue descubierta por primera vez en 1925, al descubrirse dos tentáculos en el estómago de un cachalote, y en el 2007 es registrado el espécimen más grande capturado hasta la fecha. Una hembra, capturada por un barco de pesca de Nueva Zelanda cerca de la Antártida. Tenía una longitud total de 10 m (con 4 m de manto), y pesaba 495 kg, siendo trasladado a Nueva Zelanda para su estudio científico.

El Mesonychoteuthis hamiltoni posee el pico más grande conocido entre los calamares, superando al del Architeuthis en tamaño y robustez. También se cree que el calamar colosal posee los ojos más grandes del mundo animal (incluso mayores que los del calamar gigante).

El hábitat conocido de este calamar se extiende miles de kilómetros desde norte de la Antártida hasta el sur de América del Sur, el sur de África, y el sur de Nueva Zelanda, es decir, su principal hábitat sería el Océano Glacial Antártico.

Poco se conoce sobre la vida de este animal, pero se especula con que caza presas como quetognatos y otros calamares en la profundidad del océano utilizando bioluminiscencia (posee un fotóforo sobre cada ojo). Basándose en la profundidad de la captura de algunos especímenes, así como picos encontrados en estómagos de cachalotes, el Calamar Colosal adulto llega a estar hasta por lo menos 2.200 m de profundidad, mientras que los más jóvenes van hasta 1 km de profundidad.

Especies candidatas a responder el misterio del Kraken parte IV

Aristóteles, que vivió en el siglo IV a. C., ya describió un calamar de gran tamaño, que él denominó teuthus, distinguiéndolo del calamar más pequeño, los teuthis. Él menciona que “de los calamaries el teuthus es mucho más grande que los teuthis; entre los teuthi [plural del teuthus] se han encontrado ejemplares de un tamaño de hasta cinco brazas.”

Plinio el Viejo, que vivía en el siglo I d. C., también describió un calamar gigantesco en su Naturalis Historiæ, con la cabeza “tan grande como un barril”, los brazos 9,1 m. de largo, y una masa corporal de 320 kilogramos.

Las historias sobre calamares gigantes son comunes entre marineros desde tiempos remotos. La existencia de estas historias se remontan a la leyenda noruega del kraken. En 1755 se usó esa palabra para describir a una gran serpiente marina que nadaba cerca de un barco en la costa de Noruega.
El Alecton intentando capturar un calamar gigante en 1861.

Japetus Steenstrup elaboró una serie de documentos sobre el calamar gigante en la década de 1850. Él fue el que acuñó el término "Architeuthis", utilizándolo para definir a los calamares gigantes, en un documento en 1857. Una parte de un calamar gigante fue guardada por el barco francés Alecton en 1861, este hallazgo permitió un mayor conocimiento por parte de la comunidad científica de la especie/género. Entre 1870 y 1880, se encontraron un gran número de calamares varados en las costas de Terranova. Por ejemplo, un espécimen de Thimble Tickle Bay en Terranova, hallado el 2 de noviembre de 1878, medía 6,1 m (20 pies) de largo. Uno de sus tentáculos medía 10,7 m (35 pies) de largo y se estimó que tenía un peso de 2,2 toneladas. En 1873, un calamar "atacó" a un ministro y a un niño en un Dory en Isla Bell, Terranova. También se han encontrado calamares gigantes varados en Nueva Zelanda a finales del siglo XIX.

Los calamares gigantes se encuentran en todos los océanos aunque resulta raro hallarlos en aguas tropicales y polares. Se han encontrado en el Atlántico Norte, Escocia, Irlanda, Sudáfrica, Nueva Zelanda y España, concretamente en el Caladero de Carrandi, entre las 18 y 30 millas (vertical de Colunga) y en las Canarias. Cepesma posee 21 calamares gigantes de distintas especies. Los Architeuthis expuestos van desde los 6 m a los 13 m de longitud. El primer ejemplar es una hembra inmadura de 1,5 años y 147 kg. El segundo ejemplar pesa 140 kg y tiene tentáculos de 6,5 m de longitud. También hay ejemplares de 120, 114, 107 kg., entre los más grandes.

Especies candidatas a responder el misterio del Kraken parte III

La tasa de crecimiento de un calamar gigante es extraordinariamente rápida. Crecen 3-5 cm/día, son el animal con la tasa de crecimiento más rápida, de ahí que en pocos años tengan ese tamaño descomunal. Particularmente su longitud total, ha sido frecuentemente exagerada. Hay observaciones de especímenes que miden mucho más de los 22 metros de longitud, pero nunca se ha documentado científicamente. Tales longitudes quizás se confundan debido a las grandísimas extensiones de sus dos tentáculos para alimentarse, análogos a bandas elásticas. El ejemplar de 1887 realmente medía 16,5 metros, lo restante es consecuencia de este estiramiento post mortem.

El calamar gigante alcanza tamaños considerables, con registros de largo del manto (LM) superiores a 4,5 m, largo total de la mayoría de los registros de 6 a 12 m. Este género presenta un dimorfismo sexual pronunciado. El peso máximo se estima en 300 kg. hembras, y 175 kg. en los machos.[4] . Los machos tienen una vida más corta que las hembras y maduran sexualmente más tempranamente, se estima que los machos viven en torno a un año y las hembras les duplican o triplican los años.

Aunque el calamar gigante tiene ocho brazos, son los dos tentáculos más largos los que le sirven para capturar las presas, pudiendo llegar a 12 m. de largo. Cada tentáculo está equipado con ventosas, las cuales presentan una especie de anillo con dientes. Mientras que estos hacen succión, los dientes se clavan en la piel de la víctima, proporcionando así una mayor seguridad a la hora de acechar a sus presas. La boca de los calamares se parece bastante al pico de un loro. La lengua está equipada con un órgano llamado rádula, encargado de saborear la presa antes de que pase al esófago para que pueda ser digerida.

En los estudios realizados de alimentación, en sus estómagos se han encontrado un alta porcentaje de bacaladillo y otros peces. Las últimas necropsias también revelan restos de pequeños crustáceos. Por otro lado, los calamares son el bocado predilecto de los cachalotes, los cuales descienden hasta la zona abisal (más de 1.000 m) para hacerse con su carne, dando así origen a titánicas peleas submarinas. También son el alimento de peces óseos y cartilaginosos de profundidad y de aves marinas como el albatros “Diomedea exulans”.

Especies candidatas a responder el misterio del Kraken parte II

A pesar de su enorme tamaño, el calamar gigante no es particularmente pesado al compararlo con su principal predador, el cachalote, debido a que su prominente longitud se debe principalmente a sus ocho brazos y dos tentáculos. Los pesos de los especimenes capturados se han medido en centenares, incluso en miles, de kilogramos. Los juveniles postlarvales han sido descubiertos en aguas superficiales de Nueva Zelanda. Existen planes de captura para estos ejemplares jóvenes con la finalidad de ser estudiados.

Se conoce muy poco acerca de su ciclo reproductivo. El macho tiene un espermatóforo prensil o tubo de depósito; que actúa como pene, de 9 dm. de longitud, que extiende desde dentro del manto, y aparentemente usa para inyectar esperma dentro del depósito de la hembra (localizado en un brazo). Aunque el medio por el cual el esperma es transferido a la masa de óvulos es materia de mucho debate, una captura en Tasmania de un especímen hembra con un pequeño subsidiario tendril fijado a la base de cada uno de sus ocho brazos podría ser vital para resolver la cuestión. Esta especie pierde los hectocotilos usados en la reproducción como en muchos otros cefalópodos.
Pedazo de piel de cachalote con marcas de las ventosas de un calamar gigante.

Los brazos están equipados con centenares de ventosas de succión en dos filas a lo largo, cada una montada en una base individual, y provisto alrededor de su circunferencia con un anillo dental que lo ayuda a capturar su presa por aferrarlo firmemente entre la succión y la perforación. El tamaño de las ventosas varía de 2 a 5 cm. de diámetro, y es común encontrar sus marcas o cicatrices circulares cerca de la boca de los cachalotes que cazan estos animales. Otro predador conocido del calamar gigante, es el tiburón soñoliento Somniosus pacificus, en el océano Antártico, pero no se conoce si esos tiburones activamente los cazan, o son simplemente limpiadores de carcasas de calamares. Uno de los más inusuales aspectos de esta especie (como también en algunas otras especies de calamares de grandes dimensiones) es su tendencia a mantener densidades bajas de amonio en relación con el agua de mar y así mantener flotabilidad neutra, buoyancia, en su ambiente natural (la columna de agua), ya que carecen filogenéticamente de una vejiga natatoria llena de gas como usan para esa función los peces teleósteos, se sirven del cloruro de amonio que hay por su tejido muscular. Como todos los cefalópodos, los calamares gigantes tienen órganos especiales estatocistos para sensar su orientación y movimiento en el agua. La edad de un espécimen puede determinarse por medio de "anillos de crecimiento" en los estatolitos del estatocisto, análogo a determinar la edad de un árbol contando sus anillos, de lo que se deduce que los machos crecen unos 2,6 mm. al día y las hembras 4,68 mm.

Especies candidatas a responder el misterio del Kraken parte I

* El Architeuthis dux o calamar gigante:

El calamar gigante o megaluria, creída una criatura mítica, es un calamar de la familia Architeuthidae, representados por unas ocho especies del género Architeuthis.

Son animales de inmersión profunda, que crecen en dimensiones prodigiosas: recientes estimaciones dan un máximo de 15 m para machos y de 17-19 m para las hembras. Aunque se ha especulado la existencia de ejemplares de mucho más de veinte metros y media tonelada de peso, no está constatado. Uno de los mayores especímenes fue una hembra, cuyo cadáver quedó varado en una playa de Nueva Zelanda, en 1887, que medía en torno a los 18 metros de largo. También se habla de otro ejemplar capturado accidentalmente en el año 1933, en aguas neozelandesas, de 21 metros y 275 kilos de peso.

Los tentáculos, que llegan a medir de 2,5 a 6 veces la longitud del manto, o saco visceral que hay sobre la cabeza, forman la mayor parte de la longitud corporal. El 30 de septiembre de 2005, estudios del Museo Nacional de Ciencias de Japón y la Asociación de observadores de Ballenas de Ogasawara obtuvieron imágenes de un calamar gigante en su hábitat natural. Se obtuvieron 556 fotos en 2004. Y el mismo equipo filmó un calamar gigante por primera vez el 4 de diciembre de 2006.

El carácter esquivo del calamar gigante y su apariencia aterradora son imágenes que se han establecido firmemente en la mente humana. La imagen que tiene el hombre del calamar gigante ha evolucionado desde que aparecieron las primeras leyendas sobre el kraken hasta la aparición del libros como Moby Dick, Veinte mil leguas de viaje submarino o, la reciente novela, El Rojo de Berhard Kegel.

En particular, una imagen muy recurrente ha sido la de un calamar gigante que atrapa con sus tentáculos a un cachalote, cuando en realidad, el calamar frecuentemente es la presa del cachalote.

Mitología como fuente de información

La mitología ha emanado siempre información interesante de la cual se nutren aquellos que están en la búsqueda de los animales ocultos. Los criptozoólogos creen posible que algunas criaturas mitológicas, provenientes de las tradiciones de ciertas culturas, fueran inspiradas por animales de características extraordinarias[1].
La información otorgada por el folklore y las leyendas de ciertas culturas es valiosa para la búsqueda de críptidos, pues a falta de indicios tangibles, muchas veces se parte de información subjetiva proveniente de tradiciones populares y mitos. Esta información debe, empero, ser tratada con pinzas por los criptozoólogos, pues, como científicos, tienen que separar lo místico y mágico de lo real, purgar la información para conseguir, si es posible, algún dato preciso sobre el animal que estaría detrás del mito.

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[1] Como la relación calamar gigante-Kraken.

Críptidos famosos IX.c: Aves gigantes

Según los Illinois, el Piasa es un ave escamosa, con larga cola, cuernos y ojos de color rojo. Puede ser vista una vez al año, al amanecer del primer día de otoño, cuando sale del río para buscar una cueva donde pasar el invierno.

Otras tribus amerindias hablan todavía hoy de otra enorme criatura: el ave del trueno. Según James "Cielo Rojo", indio ojibwa de la región de Thunder Bay, en Ontario (Canadá): «Vimos hace varios veranos un ave del trueno. Era un ave enorme, mucho mayor que los aviones que podemos contemplar hoy. No batía sus alas, ni una sola vez. Era blanca por debajo y negra por encima.»

Los informes modernos sobre aves gigantescas en los Estados Unidos comenzaron a finales del siglo XIX En el año 1882, en Dent's Run, Pennsylvania, un tal Fred Murray divisó una bandada de aves que, según dijo él, parecían buitres gigantescos, con una envergadura de más de 5 metros.

En febrero de 1895, la desaparición de la niña de diez años Landy Junkins en Webster Country (West Virginia) fue atribuida a una de estas enormes aves. La madre de Landy envió a la niña a la casa de unos vecinos, pero nunca llegó a ella. Un grupo de búsqueda encontró sus huellas en la nieve; abandonaban el camino y se adentraban unos pocos metros en un campo. Allí, numerosas huellas se mezclaban entre sí, como si la pequeña hubiera dado vueltas sobre si misma, tal vez tratando de escapar. Nunca más se supo de ella.

El padre de la criptozoología: Bernard Heuvelmans (1916 - 2001)

Bernard Heuvelmans fue un zoólogo franco belga considerado por muchos el padre de la criptozoología. Explorador, escritor, científico, Heuvelmans dedicó su vida profesional al estudio de criaturas supuestas, de existencia dudosa, atribuyéndole a esta práctica un nuevo nombre. El calificativo de “padre de la criptozoología” es justo, pues fue él quien le dio un nombre a la investigación de los animales desconocidos; “criptozoología”, categorizándola y convirtiéndola ya en una disciplina, definiendo su área de estudio, sus temáticas y objetivos. La historia de la criptozoología como una ciencia (o pseudociencia) esta íntimamente ligada a este hombre, si bien el estudio de los criaturas de existencia dudosa no.
Además de acuñar el término, Heuvelmans demostró con su profesionalismo y juicio crítico científico que lo que él denominaba criptozoología sí podía ser practicado con la rigurosidad característica de las ciencias, a diferencia de la creencia popular, lo cual le sumó prestigio. También publicó varios libros sobre criptozoología, dos de los cuales son de un valor magno para la criptozoología: “On the Track of Unknown Animals”, el primero de todos, que inauguró la nueva ciencia, tratando las nuevas especies recién descubiertas y las recién extintas, y discute la posible evidencia de críptidos (si bien Heuvelmans inventaríale término criptozoología posteriormente); y “In the Wake of Sea Serpents”, que es una recopilación y análisis de testimonios sobre avistamientos de críptidos marinos, especialmente las serpientes marinas de tamaño desmesurado y el calamar gigante.
Publicaciones e investigación no fueron el único rasgo resaltante del matrimonio entre Heuvelmans y la criptozoología; además de lo ya explicado, el “padre de la criptozoología” fue un enérgico activista a favor da la expansión y aceptación de esta disciplina. Gracias a el se fundó la Sociedad Internacional de Criptozoología, de la cual fue presidente hasta su muerte.
Realizó una labor enciclopédica de recopilación de testimonios, mitos y rumores de criaturas sin confirmar, y básicamente, forjó el mismo lo que es la criptozoología moderna.

La “actitud criptozoológica”

A falta de un término existente para referirse a la actitud, a la disposición de rebuscar vigorosamente (y con gran persistencia) la verdad sobre una criatura de existencia no comprobada, empujado por la intriga y el deseo de ampliar el conocimiento zoológico, he acuñado el término “actitud criptozoológica”. Todos los auténticos criptozoólogos tienen esa actitud, y realizan su trabajo empujados por ella; también aquellos que no se consideran criptozoólogos, por distintas razones, pero comparten esas ganas, esa curiosidad e inquietud, tienen esta actitud.
Es esta actitud la que empujó a zoólogos, naturalistas, botánicos, exploradores y demás hombres dedicados al estudio de la naturaleza a realizar lo necesario para averiguar la existencia de criaturas como, por ejemplo, el okapi o la mariposa esfinge…